Elipsis Luchador Social

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martes, 27 de septiembre de 2011

Sobre la lucha libre mexicana y la justicia: El libro de Mobiüs



La primera cuestión que habría que resaltar es el carácter peculiar de la lucha libre mexicana, con muchas influencias externas pero con mucha aportación nacional, la lucha libre es como bien lo explica una frase "circo, maroma y teatro", así, entre las manifestaciones deportivas y la teatralidad, confluyen muchas imágenes que de algún modo son representaciones de idiosincracias y formas de ser del mexicano.

Ciertamente, la lucha libre es sobre todo catarsis, la lucha entre el bien y el mal, entre el respeto a las reglas y la marrullería, tiene un desenlace inesperado en el que subyace la idea de ciertos acuerdos previos, pero también la confluencia de cuestiones fortuitas y de la creatividad de los personajes involucrados. El técnico por excelencia es un justiciero, el rudo busca enagañar para obtener el triunfo que no necesariamente corresponde a quien le alza la mano el réferi.

Pareciera que el mexicano encuentra satisfacción participando (porque en la lucha libre no se es sólo espectador) en la batalla, al final no importa tanto el resultado, lo que interesa es una buena lucha, se asume de entrada la fatalidad, como en una tragedia griega al final todos pierden algo pero de ese modo tambíén todos ganan. Más allá de una simplista concepción dual del mundo, en la lucha libre se representan las tensiones, negociaciones, traiciones y astucia que existen en cualquier actividad humana pero con mayor fuerza en aquellas en las que hay de por medio un conflicto, como en un proceso judicial.

En la lucha libre mexicana asistimos a la "teatralización de la justicia" (Möbius, p. 18) como bien dice la investigadora alemana "...entre más infame sea la acción del rudo, mayor será la satisfacción por el golpe con el que responde el técnico, restaurando la justicia." (idem) Una idea de justicia muy popular, aun con elementos como la venganza, la fortuna, el destino y la predestinación. Roland Barthes analizando el catch francés nos dice:
Para el amante de las luchas no existe nada más hermoso que la ira vengativa de un luchador traicionado, cuyo ardor no se arroja sobre el luchador que tuvo éxito en el lance, sino contra la desafiante imagen de la felonía. Naturalmente, aquí es más importante el desarrollo de la justicia que su contenido. La lucha es, antes que otra cosa, una serie cuantitativa de desquites (ojo por ojo, diente por diente)... La justicia es, por tanto, un cuerpo susceptible de ser transgredido; precisamente debido a que existe una ley, el teatro de las pasiones que la transgreden tiene un valor muy particular.(Citado por Möbius p. 18)
En este contexto, la injusticia no se presenta cuando la justicia es vencida sino cuando las partes no son coherentes con el papel que les toca desempeñar el espectador queda "ofendido no en su juicio moral, sino en su perspctiva lógica, el público considera la contradicción de los argumentos como una de las faltas más desagradables." (Barthes, citado por Möbius p. 18)

En las sociedades democráticas en donde a veces la moral ha sido desterrada y los parámetros para la toma de decisiones se basan muchas veces en la coherencia argumentativa, la metáfora alcanza, a los jueces contemporáneos es válido exigirles al menos coherencia en su decisiones y el respecto a su papel en la tragedia del proceso judicial en la que por cierto el justiciable es un espectador activo como en la lucha libre.

MOBIÜS, Janina, Y detrás de la máscara... el pueblo. Lucha libre- Un espectáculo popular mexicano entre la tradición y la modernidad, UNAM, México, 2007.

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