Elipsis Luchador Social

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martes, 22 de marzo de 2016

Poderes y superpoderes en la ontología del vacío actual



Fernando Goin
2010. "Todos somos superhéroes". 


Por Elipsis
Ante tanto abuso de poder, me preguntaban si a eso se le podía llamar "poder": quizá pre-potencia como poder desmedido y preconceptual, previo al acuerdo y fuera de todo límite racional; ante un poder absoluto de esa naturaleza (el crimen organizado, el Estado, la incultura laboral, la violencia social) sólo nos queda la im-potencia, que es incapacidad para generar vida. Muy atrás quedó la oposición de autoridad a poder, porque hoy no hay necesidad de justificar nada, se hace porque se puede, y ahí está la tragedia ¿cómo es que los rencorosos, los acomplejados sociales, los perversos llegaron a poder? No hay otra respuesta posible más que: Porque lo permitimos.

Todavía más, el poder nos está desnudo, es poder político, es decir, poder que controla, que desvanece vidas y que se oculta detrás del rostro de la representación social. Y justamente, como su cometido es la desubjetivización, comienza despersonalizándose así mismo, el que tiene poder, es un poco cada día menos humano, porque necesariamente necesita colocarse en una posición más allá de lo humano para poder solventar su existencia, en ese sentido es un poder sobre humano; también los villanos tienen superpoderes; y los héroes pareciera que nos han abandonado, esperemos que no y que nuestra fuerza vital, sea aquello que podamos anteponer al poderoso y abusivo, repesando la forma de vivir en sociedad, necesitamos descubrir nuestros superpoderes, las neurociencias dicen que ahí están, ocultos detrás de nuestro miedo; debemos urgentemente comenzar a soñar, a contrarrestar eso que nos hace débiles, el individualismo, el egoísmo y la envidia. 

Es la hora de los superhéroes, y sí: "Nos pusimos la máscara" para que se fijaran en nosotros, pero detrás de la máscara está cualquiera que quiera ser héroe. 

Tijeras

martes, 27 de septiembre de 2011

Sobre la lucha libre mexicana y la justicia: El libro de Mobiüs



La primera cuestión que habría que resaltar es el carácter peculiar de la lucha libre mexicana, con muchas influencias externas pero con mucha aportación nacional, la lucha libre es como bien lo explica una frase "circo, maroma y teatro", así, entre las manifestaciones deportivas y la teatralidad, confluyen muchas imágenes que de algún modo son representaciones de idiosincracias y formas de ser del mexicano.

Ciertamente, la lucha libre es sobre todo catarsis, la lucha entre el bien y el mal, entre el respeto a las reglas y la marrullería, tiene un desenlace inesperado en el que subyace la idea de ciertos acuerdos previos, pero también la confluencia de cuestiones fortuitas y de la creatividad de los personajes involucrados. El técnico por excelencia es un justiciero, el rudo busca enagañar para obtener el triunfo que no necesariamente corresponde a quien le alza la mano el réferi.

Pareciera que el mexicano encuentra satisfacción participando (porque en la lucha libre no se es sólo espectador) en la batalla, al final no importa tanto el resultado, lo que interesa es una buena lucha, se asume de entrada la fatalidad, como en una tragedia griega al final todos pierden algo pero de ese modo tambíén todos ganan. Más allá de una simplista concepción dual del mundo, en la lucha libre se representan las tensiones, negociaciones, traiciones y astucia que existen en cualquier actividad humana pero con mayor fuerza en aquellas en las que hay de por medio un conflicto, como en un proceso judicial.

En la lucha libre mexicana asistimos a la "teatralización de la justicia" (Möbius, p. 18) como bien dice la investigadora alemana "...entre más infame sea la acción del rudo, mayor será la satisfacción por el golpe con el que responde el técnico, restaurando la justicia." (idem) Una idea de justicia muy popular, aun con elementos como la venganza, la fortuna, el destino y la predestinación. Roland Barthes analizando el catch francés nos dice:
Para el amante de las luchas no existe nada más hermoso que la ira vengativa de un luchador traicionado, cuyo ardor no se arroja sobre el luchador que tuvo éxito en el lance, sino contra la desafiante imagen de la felonía. Naturalmente, aquí es más importante el desarrollo de la justicia que su contenido. La lucha es, antes que otra cosa, una serie cuantitativa de desquites (ojo por ojo, diente por diente)... La justicia es, por tanto, un cuerpo susceptible de ser transgredido; precisamente debido a que existe una ley, el teatro de las pasiones que la transgreden tiene un valor muy particular.(Citado por Möbius p. 18)
En este contexto, la injusticia no se presenta cuando la justicia es vencida sino cuando las partes no son coherentes con el papel que les toca desempeñar el espectador queda "ofendido no en su juicio moral, sino en su perspctiva lógica, el público considera la contradicción de los argumentos como una de las faltas más desagradables." (Barthes, citado por Möbius p. 18)

En las sociedades democráticas en donde a veces la moral ha sido desterrada y los parámetros para la toma de decisiones se basan muchas veces en la coherencia argumentativa, la metáfora alcanza, a los jueces contemporáneos es válido exigirles al menos coherencia en su decisiones y el respecto a su papel en la tragedia del proceso judicial en la que por cierto el justiciable es un espectador activo como en la lucha libre.

MOBIÜS, Janina, Y detrás de la máscara... el pueblo. Lucha libre- Un espectáculo popular mexicano entre la tradición y la modernidad, UNAM, México, 2007.

lunes, 26 de septiembre de 2011

La Máscara: una metáfora del compromiso


La máscara genera la idea de que cualquiera pueda ser luchador y de que el luchador es cualquiera de nosotros. Es la democratización del héroe, todos podemos ser justicieros y luchar por la justicia.

Ciertamente también la gente mala usa máscaras pero hay un tipo de máscaras que paradójicamente desenmascáran a la persona y la obligan a brindarse a los demás, a comprometerse con el personaje.

La etimología de Persona es en griego Máscara (prosopon) somos en la mirada del otro, los demás ven nuestra máscara, el papel que representamos delante de los demás, los personajes que actuamos son formas de ser de la persona, muchas máscaras en realidad, pero nuestra escencia, proyecta una sola máscara que es la que vemos cuando nos ponemos delante de un espejo. Así entre lo que los otros ven y lo que nosotros sabemos de nosotros mismos se forja nuestra "personalidad": persona, personaje, personalidad, todo en función de los demás que dan sentido a nuestra existencia.

La vocación, la misión, la existencia son la máscara sobre la que asumimos un compromiso; nuestro proyecto de vida, nuestra profesión, nuestros ideales son la máscara con la que luchamos para dejar nuestro granito de arena en este mundo.

El luchador de antaño se tatuaba la máscara, una vez puesta había que protegerla, alimentarla y cumplirle, los luchadores nuevos terminan seducidos por una buena oferta o por la fama, renuncian fácilmente a la máscara; la máscara hay que portarla aunque moleste, porque uno vive el personaje que representa y sobre el que tal vez se cifre la esperanza de otros.

Steelman comprometido con la cultura y el deporte nos explicaba: "La primera vez que me puse una máscara sentí que todo mundo me veía, y cuando caminaba hacia el ring me invadió el temor, incluso llegué a cuestionarme qué hacía ahí, pero cuando unos niños se acercaron para apoyarme, entonces todo cambió y pude sentir orgullo por lo que eso significaba" 

De verdad que hacen falta en México persona que crean que pueden ser héroes en las pequeñas cosas que tienen delante, que nos creamos que podemos luchar por la justicia y asumir el compromiso.

Y tú ¿cómo luchador  quién serías?


miércoles, 21 de septiembre de 2011

La idea de Justicia en la Lucha Libre



Es en México donde la Lucha Libre va más allá de un simple espectáculo o deporte, es una forma de identidad nacional, cuando queremos que sepan que somos mexicanos nos ponemos una máscara. A caso ¿está en nuestra raíces?, ¿es parte de la cultura popular mexicana?, ¿es algo más profundo como nuestra idiosincracia como lo ha mencionado Octavio Paz?

Lo cierto es que todos sabemos que la Lucha Libre es la representación del combate que libran el bien y el mal, a veces negociación, a veces encarnizada batalla, donde las reglas juegan un papel peculiar y donde se desdibuja la pared entre el escenario y el público: todos podemos ser luchadores y los luchadores pueden ser cualquiera gracias a la máscara.

Entonces no es sólo identidad es una forma solidaria de coexistir  y de participar en una comunidad, es una forma compleja de participar en la construcción de un orden que aunque parezca caótico es muy nuestro.